Sin duda cada persona tiene sus propios sentimientos y emociones, pero, sobre todo, una manera diferente de expresarlos. No podemos decir que todos los seres humanos respondemos de la misma manera, cada uno tiene distintas personalidades y, sobre todo, fuimos criados de múltiples maneras que nos hacen expresar, o no nuestras emociones.
Cuando la hora de nuestra muerte está cerca, existe un sentimiento que es muy recurrente en el último plazo de la vida de las personas, y este sentimiento es el arrepentimiento.
En nuestro día a día, tenemos la creencia de que, aún nos quedan muchos momentos por vivir, y esto en ocasiones, nos lleva a prolongar acciones, evitamos los encuentros que pudieran ser desagradables, ocultamos nuestros sentimientos e incluso nos alejamos de las personas que amamos.
Todo esto cambia cuando las personas nos acercamos a la muerte y vemos que nuestra partida de este mundo tiene una fecha cercana. En estas situaciones es cuando el ser humano es consciente de su propia finitud y viene el sentido del arrepentimiento. Un paciente enfermo o agonizante, tiende a ser cada vez más sincero con sus propias emociones, debido a que se acerca al final de su vida.
Las personas principalmente se arrepienten de los errores que tuvieron con respecto a las relaciones con sus seres amados, se arrepienten por no reparar las relaciones rotas, por no decirle a sus familiares y amigos cuánto los ama; y en ocasiones muy puntuales, los enfermos también, se arrepienten de ciertas conductas que tuvieron en momentos específicos, que a la fecha de caer en la enfermedad aún no se han logrado resolver.
Por paradójico que suene, las personas agonizantes no se arrepienten de las cosas que no hicieron, sino más bien se arrepienten de cosas que pudieron haber hecho de otra forma y así evitar alejarse de su familia.